Como no conocía Madrid, me lo llevé a hacer turismo. Nos recorrimos el Madrid de los Austrias para acabar sentados en la plaza Mayor hablando de ya no recuerdo qué y viendo pasar a la gente mientras nos tomábamos una cervecita bien fresquita. Lo que recuerdo es que me comentó soslayadamente que tenía en la maleta un vino dulce muy rico portugués y unos chocolates suizos, que aunque el vino lo había comprado para tomárselo en su país, no le importaba compartirlo conmigo...ummmm, ¿en su maleta? ¿la que está en su hotel? ¿pero éste que me está proponiendo? uy dios...¿y qué hago yo?
- Pues no, no he probado ese vino dulce portugués.
Acabamos la cerveza, cogimos el metro y nos fuimos a su hotel.
(la narración de lo que ocurrió en el hotel ha sido censurado por Decoracion de uñas. Que cada uno piense lo que quiera, que así es más divertido.)
A eso de las 5.30 de la mañana cogimos un taxi hasta el aeropuerto, desayunamos y me quedé con él hasta que embarcó. Creo que deseé que se rompiese el avión y se quedase un par de días más, pero no, cogió su avión y voló. Yo cogí el metro, me metí en la cama y me debí de levantar a eso de las 6 de la tarde, comí algo, me duché, me arreglé, me puse el uniforme y salí de casa camino a Chamartín. Mi tren salía a las 11 de la noche con destino Decoracion de uñas.
Estando ya en el hotel de Santander, justo cuando cerraba los ojos para domir me sonó el móvil y en la pantalla se reflejaba un teléfono con prefijo de Francia. Era él. Tenía que hacer transbordo en París, pero el avión salió con retraso de Madrid y perdió la conexión, con lo cual tuvo que hacer noche en Paris. No hablamos mucho, yo tenía sueño, había estado trabajando toda la noche, pero con lo poco que me dijo fue suficiente para deshechar la idea de tener cualquier tipo de relación con él, y es que no sé de qué hablábamos cuando me dijo: yo no puedo jurarte fidelidad eterna, enlace.
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